Que poco sublimé sería,
sin la recompensa del
ahora, el invento este, de ir y venir
por la saciedad del mundo;
descubrir el mañana
sin sentido
y el futuro sin ahora.
despacio
discutiendo distancias
y horizontes,
encontrándonos y perdiéndonos,
en un momento enternos he invencibles,
al siguiente, humanos invisibles.
de repente por ti darían la vida,
mañana seguramente te olvidarían.
a veces el hacedor de sueños,
otras el dormido señor de los infiernos.
unas veces el rey de las galaxias
otras el ruiseñor de la ventana.
y en otro instante el milagro
de la vida.
Pasas,te llevas
las gotas de agua
acumuladas en la vasija.
siempre vienes al lado,
pero nunca regresas.
derrepente,una estela
se vislumbra al observar
sobre el hombro.
a lo lejos,se distinguen
grandezas y da alegria,
dan ganas de girar los pies,
retroceder.
Cuando lo intento,
la estela se borra
y da nostalgia.
se entiende,pasaste.
solo queda ver hacia delante
y vuelves a estar al lado.
pero ya no somos los mismos.
su canto a veces se desvanece con el murmullo del tiempo,
pero otras, es más fuerte que el abrazo del océano
y se cala en los huesos como el frio infernal bajo cero.
Para la vida demencial del navegante, eso
no es nada comparado con su encanto.
invita a seguirlo, le enamora, no importa ni dolor ni llanto.
y se da cuenta que no hay nada más humano que el canto de sirenas.
Se asusta y solo entonces grita al cielo por un ancla
que evite el irremediable delirio de los navegantes sin rumbo.